Mucho se ha hablado de los problemas que ha traído la pandemia, sobre todo los de salud mental. Estamos hablando de trastornos como el obsesivo, adaptivos. Y también  aumento de la intensidad de patologías psiquiátricas más duras como bipolaridad, esquizofrenia, depresión.

¿ Pero por qué el encierro  nos ha dejado con tantas secuelas,  sobre todo anímicas? ¿ en cuánto habrá ayudado el 18 a mitigar todo esto?

Para hablar de  este tema conversamos con el psiquiatra Carlos Sjoberg Alfaro, integrante del Colegio Médico de la Región del Maule, quien nos aclaró muchos puntos, que hay que considerar, sobre todo si hace pocos días atrás se conmemoró una fecha muy importante, “la prevención del suicidio”.

“El ser humano desarrolla hábitos, contactos, relaciones humanas, sentimientos de afecto, conversación, mecanismos de distractibilidad, que  fueron todos alterados en tiempo de pandemia”, nos recalca.  Por lo tanto,  “el propio hecho de no poder salir, de no ir a comprar, de no poder andar donde yo quiera,  hace que todos estos factores que anteriormente mencioné se vean alterados. Por ello, la incidencia en la salud mental, que tiene que ver con el grado de frustración que tiene cada persona,  se vio aumentado con la pandemia”, aclara el doctor Sjoberg Alfaro.

Pero hace poco tuvimos 4 días de festejo ¿ habrá ayudado en algo a mitigar la variedad de  problemas de salud mental que tenemos los chilenos?

“Sí,  pero sólo de manera tangencial”, advierte. “La euforia momentánea, que está incentivada con el uso de alcohol, sentimientos patrios muy apasionados quizás, el cúmulo de personas que se juntan, carreteras llenas, todas estas cosas hacen que la persona se distraiga un poco. Es que el 18 en sí mismo es un mecanismo de escape, de catarsis, que no va a cambiar las tendencias en salud mental, porque el origen en mi juicio es la poca tolerancia a la frustración que tiene la gente. Se liberan potencialidades, pero cuando vuelve la rutina, vuelve todo a su curso todos los sentimientos y emociones”, precisa el psiquiatra

¿ Pero la baja tolerancia a la frustración, es lo que realmente determina tener o no tener un problema psiquiátrico?

“No,  es multi factorial, hay factores genéticos, que tienen que ver con personalidad, así como también con la tendencia al suicidio,  este es un tema de antaño. Es cosa de recordar a Cleopatra. En mi experiencia he visto que los cambios generacionales, han ido marcando tendencia, que hace que el ser humano sea menos tolerante a la frustración y los estándares se han elevado, por lo tanto la frustración es mayor”, señala el profesional.

¿ El suicidio tiene que ver con un tratamiento que no fue el más adecuado?

“Tiene que ver con la historia individual, y con la genética individual… tiene que ver con varias cosas, es como un mecanismo de solución. En la naturaleza hay insectos que tienen tendencia al suicidio,  cuando se ven rodeados por alguien,  como los escorpiones”, indica.

Ahora según su experiencia ha habido como tres ciclos de suicidio en Talca, que le ha tocado vivir, donde  pasa un tiempo 5 a 6 años y no hay tanto suicidio y luego vuelven una tendencia, y las edades varían. Pero también hace hincapié a las estaciones del año.

“En primavera hay una tendencia muy grande al suicidio, porque el suicida a estado todo el invierno preparando, sintiéndose mal y a la primera  luz, le da un poquito de energía y comete el suicidio, el suicidio no es una cosa pareja tiene ciclos estacionales”, pero también agrega. “Las personas con tendencia religiosa, tiene menor intención al suicidio”.

Finalmente, hace relevancia a un hecho muy importante y es la homogenización. “Es muy dañina la no aceptación de la individualidad de cada uno, el tratar de uniformar a las personas, porque  así aparece el sentimiento de fracaso, el sentimiento de la frustración”.