Volvieron las clases presenciales, y la agresividad en los adolescentes se tomó la agenda noticiosa por un buen tiempo. Verdaderas riñas callejeras encuadraron una fotografía increíble; un grupo de alumnos se enfrentan a uno o dos compañeros, con una violencia que angustia. Esto deja en clara evidencia que algo está pasando como sociedad ¿ Algo que no habíamos notado?
Es un tema complejo, porque estamos hablando de menores de edad, que están en plena etapa de formación. Por este motivo conversamos con el médico, Juan David Montecinos Urzúa, psiquiatra infanto – juvenil, miembro del Colegio Médico del Maule, para entender esta problemática.
Lo primero que nos indica es que en la vida del ser humano hay dos etapas de alta agresividad, la primera va de los 2 a 5 años aproximadamente, y luego de 10 a 12 años de edad. Es así como a los 17 y 18 debiésemos tener un cerebro maduro que reflexiona, que cuestiona lo que está haciendo y que puede resolver los conflictos a través del diálogo ¿ Y por qué esto no está sucediendo?
“ El tema está en que cuando en la niñez hay situaciones de maltrato, cuando en la niñez hay una no validación de los aspectos emocionales, y se llega a la adolescencia con una falencia en esa área, pudiera ser que las conductas agresivas sean más intensas y va a ser más difícil que ese niño o adolescente logre modular esa conducta agresiva”, indica el doctor Juan David Montecinos.
Lo importante que hay que aclarar señala el profesional es que el niño o adolescente no necesita unos padres perfectos, pero sí que haya una “disponibilidad afectiva”, que los elementos emocionales puedan estar presentes y puedan ser atendidos, que haya contención.
“Pasa mucho que la tendencia de nuestra cultura es a producir, a siempre estar disponible para trabajar, estudiar, para hacer cosas, pero en desmedro de no estar disponible para los espacios personales. En ese sentido si una familia no tiene una apertura hacia esos temas, entonces esos temas no se van a conocer, y cuando empiezan a ocurrir estos cambios por ejemplo hormonales, que van a generar mayor impulsividad, no va a haber un soporte para modular esos impulsos”, señala el psiquiatra infanto-juavenil.
Por otro lado, está el internet y el foco más complejo tiene que ver con los videos juegos donde hay normalización de la violencia, nos comenta. “Acá todo se resuelve a través de la violencia, y la agresión no tiene ningún tipo de consecuencia”.
Y agrega, “en ese sentido aparecen videos juegos de fama mundial donde el principal objetivo es destruir a otro de distintas formas, y entre más violento es más agradable porque efectivamente la violencia genera un tema de placer por decirlo de alguna forma. En este caso el video juego está hecho para producir placer en la persona que los juega. Y genera una adicción, si estamos en ese circuito día y noche por un tiempo prolongado el límite con la realidad se pierde”.
Esa así como en definitiva, la violencia tiene que ver con problemas multifactoriales, ya que si a todo esto le agregamos el contexto de estar saliendo del confinamiento en relación a la pandemia, aquí la vivencia emocional y familiar en esta condición, también tiene un peso importante.
El médico además sostiene que la prevención en los adolescentes tiene que ver con la regulación, es decir hay que fomentar problemas pero contenidos. “Por ejemplo a través del deporte, el deporte colectivo: fútbol, básquetbol. El deporte es lo más sano para el adolescente, donde tendrá que aprender de una forma sana a procesar los problemas, como la patada en el partido de fútbol” .
Finalmente, el psiquiatra indica que también es importante en la vida cotidiana haya un orden. “Si el adolescente ve que continuamente se tergiversan las reglas, se pasa a llevar al otro, es difícil que él pueda incorporar un elemento solidario en la sociedad”.
¿ Y cuando la violencia está instaurada en la sociedad? “El apoyo de la misma escuela, de los equipos de convivencia escolar son importantes, y a veces se requiere el apoyo de otras instancias (…) nosotros trabajamos con ello”.